¡SOY TLACHIQUERO DE TEPEJI!

Publicado el 5 de agosto de 2024, 22:41

Ahora entremos у conozcamos las magueyeras de Tepeji, que estaban por muchos lados, en Taxhido, en Santa Ana, por la Ermita, en la calle Benito Juárez e Ignacio Ramírez, en las orillas de las milpas, donde ahora está la tienda que hace su "lucha", el terreno era del señor Alfonso Ortiz y era una Magueyera.

Los cerros se veían llenos de Magueyes, por donde caminaras los veías, con sus puntas apuntando al cielo y en las orillas sus espinas como Zarpas, por San Manteo cerca del Panteón abundaban, quizás donde hoy usted vive era una magueyera. Por eso el personaje del que ahora vamos hablar nos era tan familiar en ese entonces. Los veíamos en la mañana y en la tarde unos en burro y otros a pie, muy temprano antes de que calentara el sol.

Don Santiago se dirige al tinacal, el burro cargaba el avío y el fuste, dos castañas negras y brillantes de buena madera, Don Santiago caminaba llevando en el ayate, la bota de cuero de chivo seco y rasurado, el acocote y el raspador. Cuando se ponía el sol, bajaba de lo alto de Tepeji con su dulce carga de Aguamiel. Eran varios tlachiqueros los que se dedicaban a raspar para surtir las pulquerías.

Sábados y domingos al tercer canto del gallo, antes del amanecer y ganándole al primer rayo de sol, mi abuelito me despertaba: - Levántate hijo ya vámonos- como a mí me gustaba andar con él, rápido saltaba de la cama, eran muchos los nietos, pero ese día era para mí sólito, nos desayunábamos café con leche y a veces torta de aguacate de los que se cultivan aquí, con una rica salsa verde que preparaba mi abuelita.

Por el camino íbamos saludando a las personas que hacen el pueblo: Don Pedro maestro albañil, el señor Vicente que se dirigía a la fábrica, las señoras que iban al molino unas entraban con nixtamal y otras salían con masa, las piedras redondas molían, la banda del molino dando vueltas, hasta la calle se escuchaba el "tac tac", el pastor que se llamaba Nieves arreaba su ganado hasta lo más alto de Tepeji. Don Santiago el tlachiquero le seguía el trote al burro se dirigen al tinacal a dejar el aguamiel, al pasar por el altar a la virgen de Guadalupe que está en el puente colonial mi abuelito se quita el sombrero y hacia una reverencia, yo me persignaba, los choferes de los camiones se detenían e inclinaban la cabeza, se persignaban, hacían la oración para el buen camino y por último depositaban unas monedas.

Delante de nosotros corría el rebaño levantando una nube de polvo y sonando cascos y pezuñas en el empedrado del puente; en los cerros la comida estaba lista, el campo se había bañado de roció y se secaba con los primeros rayos de sol, pasando el puente distinguíamos las primeras magueyeras, para cortar camino andábamos por la vereda del canal, de lejos vimos a un tlachiquero que venía levantando polvo y sacando chispas del empedrado con los cascos del burro, al acercarse nos dimos cuenta que era Don Vicente:

¡Buenos días, Don Panchito! -- ¡Buenos días, Vicente, ahora si se te durmió el gallo! -

La respuesta fue el rebuzno del burro y la nube de polvo que nubló su camino. Cuando llegamos a la magueyera ahí en San Mateo, encontramos a Don Domingo libando aguamiel con el acocote, raspa y raspa el centro del maguey y brotaba la miel y lo vaciaba en la bota.

Don Domingo era tlachiquero, pero no lo entregaba a ninguna pulquería, él lo vendía, le compraba el maguey a mi abuelito, las matas de maguey eran altas con sus puntas afiladas apuntando a las blancas nubes como queriendo reventarlas; él vivía en la magueyera, después de raspar se ponía a aplanar pencas para sacar la fibra y hacer lazos, a la sombra del pirúl torcía y torcía hasta que quedaba. Debajo de las ramas que abanicaban el caliente piso Don Domingo desfibraba pencas para hacer xité, estropajo, lazos y todo lo que se puede hacer con el "árbol de las maravillas" como lo llamaron los españoles.

Don Domingo tlachiquero, deme un litro de pulque, que me muero de la sed que me salió por el camino, hoy no lo quiero suavecito ni medianolo quiero fuertecito y espumoso para limpiar bigote y sírvamelo en jarrito, aunque llore el barro.

León Carlos Valdés © Todos los derechos reservados

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